sábado, 13 de febrero de 2010

Yo, el escapista.

Soy de esas extrañas personas que con 37 grados de calor igual pide un café. Por eso generalmente voy solo a atacar estos antojos. Para relajarme. Pero hoy las escucho. Ese grupo de cinco chicas llama mi atención. Merendando, opinando y gesticulando me desconcentran. Mi ego se acomoda en la silla y se arregla el cabello, pensando obviamente que están hablando sobre mí. Pero no. Hablan una y otra vez sobre los hombres. Sobre el por qué tememos al compromiso. Por qué corremos.

Serias y preocupadas, dan la impresión de ser una Junta de Autoridades de alguna empresa de cobranzas que ya no sabe qué hacer con los morosos. Esos seríamos los hombres. Por cierto, nada hay de autocrítica. Ninguna se pregunta si quizá ella sea la culpable. Así, continúan con el debate, sin encontrar respuestas.

Antes que nada, deberían entender que no todos los hombres sabemos dislocarnos los pulgares para zafarnos de las esposas del compromiso. O, por lo menos, no lo hacemos toda la vida. Acá salta un dato bastante interesante: algo de atractivo tiene para las mujeres inclinarse por aquellos hombres considerados expertos escapistas.

Más tarde, en la reunión de póker, pregunto el por qué de todo esto a algunos conocidos. Las respuestas llegan, casi automáticamente: "No tengo ganas de comprometerme", "no me gustaba tanto todavía", y "quiero ser libre". Con estas respuestas instantáneas, podemos agregar nuevos datos: el que corre del compromiso lo ve como el fin de su libertad. O sea que, cada vez hay más mujeres con una fama que da frio: la de carceleras.

Pero claro, los que son artistas de la fuga, antes eran artistas en levantar. Donjuanes a tiempo completo, sin vacaciones ni feriados, quienes a partir de trucos, una base de datos de frases y cualquier malabar, se las arreglaron para conquistar lo que en un momento parecía inconquistable. Y ahora escapaban de esa conquista.

"Ni siquiera se despidió! No me importa que no quiera estar conmigo, lo que me picha es que el tipo no me lo haya dicho", dijo una en un tono de voz algo alto, mientras otra ya le pasaba un vaso de agua. Esperar un aviso de la huida no solo es ingenuo, sino que también simplemente estúpido. Lo que las mujeres no saben es que después de escapar, el hombre se refugia en su guarida para sanar sus heridas. Porque más que sentirnos mentirosos o traidores, quedamos dañados. Golpeados por comprobar nuestras propias incapacidades afectivas. Frustrados por haber vuelto a tropezar con una mujer con alma de militar que usó la palabra "compromiso" como un free pass para iniciar una relación. Atacados por nuestra automática fuga, pero vivos. Y a salvo.

Mientras el grupo de tertulia continuaba criticando y protestando por los eternos deudores y morosos, una de ellas recibe una llamada al celular. Me llamó la atención. Capaz sea el mismo tipo que escapó hace una semana o dos. Por eso muchas veces nos vamos sin dar despedidas: después de sanar las heridas y cuando ya no hay moros en la costa, volvemos a reiniciar la historia como si nada hubiese pasado.

Y así vamos. Hasta dar con esa afortunada (?) mujer de la que ya no vamos a escapar más.

 

lunes, 8 de febrero de 2010

Cosas de Abel...

Cuando le pregunté a Abel, el mozo, si esa noche había música en vivo, me respondió con cierto orgullo: "Sí, tocan The Kilks hoy" y sonrió, como sabiendo lo que me esperaba. Como si fuese un enviado del cielo de la buena música. Y esa noche entregaba su mensaje. Qué grande Abel. Dejó las primeras tres y se fue.
Los minutos se hicieron horas, las cervezas se hicieron frases estúpidas y chistes sin sentido, hasta que noté a unas personas preparando los instrumentos en el escenario. De pronto, la gente se empezó a amontonar, como peleando por agarrar el mejor lugar en un show para el recuerdo. Me sentí algo tonto cuando al ver a la gente acomodándose se me vino a la mente la imagen de cuando estuve en River para ver a Oasis. Pero The Kilks no era Oasis. No. Aunque The Kilks se había convertido en una verdadera banda de rock, con fanáticos y groupies, pedidos de los mejores temas y un completo descontrol en sus presentaciones, antes de que puedas pedir la cuenta.
Este pequeño grupo la rompe. Así de sencillo. El hecho de tocar solo covers, clásicos de la historia del rocknroll, no les quita méritos. No es para cualquiera brillar con la melancólica y hechicera voz de Jim Morrison, y después matar tu garganta y enloquecer al publico cantando un tema de AC/DC.
En un momento dado, pensé que le había dado PLAY a mi playlist favorita. Pero no. The Kilks estaba en el escenario con un repertorio de músicas que todos tenemos guardado en algun lado. Esto bastó a los muchachos para hipnotizar totalmente a un público que se rendía ante ellos. Con mensajes cortos pero reales, buscando llegar al gusto de cada una de las personas presentes en aquel pub, pidiendo tranquilidad cuando algun loco quería saltar de la escalerita al escenario, los chicos tenían a la gente como querian. Fue uno de los conciertos más agradables, enchufados y con onda que viví.
Pero me vas a volver con lo mismo, The Kilks sólo toca covers. Ningún tema propio. Es cierto. Y quiza sea ese el unico obstáculo que la gente me va a poner a la afirmación que quiero hacer. A esta idea que anoche se solidificó a base de solos de guitarra y batería como hace rato no veía: probablemente, The Kilks es hoy en dia el mejor grupo del Paraguay.
Al otro lado del boliche, Abel me miraba y me sonreía con una cara de "esto esperabas?".
Hell, yeah.

miércoles, 3 de febrero de 2010

BrainDrill (o Destapacaños System)

Como no me ando llevando muy bien con el lado escritor de mi cerebro, vamos a distraernos con buena música. Les dejo el link y la letras. El tema es Who can say, y cantan The Horrors.

http://http://www.youtube.com/watch?v=yNjcSgU0Nrg

I never meant for you to get hurt,
And how I tried,
Oh how I tried.

I could never give you just what you deserved,
Another man, would surely learn.

I know these words, they only serve to twist the knife,
but I'll strive, to make them heard.
Maybe it's better now I've gone away,
Maybe it's not,
Oh who can say.

And though it's hard, for me to say,
I know you're better off this way.

And when I told her I didn't love her anymore,
She cried.
And when I told her, her kisses were not like before,
She cried.
And when I told her another girl had caught my eye,
She cried.
And I kissed her, with a kiss that could only mean goodbye.

And though it's hard, for me to say,
Maybe you're better off this way.
And though it's hard, for me to say,
I know you're better off this way.

Get away,
Get away,
Get away,
Get away,
Get away,
Get away.